Nuevamente la Solemnidad de Cristo Rey del Universo congregó a los hermanos de esta Sacramental y Dominicana Hermandad en la que es nuestra Casa y Santuario de la Virgen, el Convento de Santo Domingo. Mientras sonaba la cantata 147 de Juan Sebastián Bach, la procesión de entrada se encaminaba hacia el presbiterio del templo, en el cual desde la jornada anterior lucía majestuosa la imagen de nuestro Titular, el Señor del Milagro en la Sagrada Cena, dando comienzo a la Solemne Función Principal de Instituto que ha presidido nuevamente el director espiritual de la Hermandad y prior del Convento, el Rvdo. P. Fray Pascual Saturio Medina, O. P. , que en su predicación nos hablaba del significado que día a día tiene para cada de nosotros el hecho de contemplar y reconocer a Jesús como nuestro Rey, para dar paso a la pública Protestación de Fe que -en compañía del Fiscal y del Secretario- nuestro Hermano Mayor hacía en nombre de todos los hermanos y hermanas de la corporación, tanto de los que nos precedieron como de los actuales y de los que hayan de venir en un futuro.
La parte musical ha estado a cargo, en esta ocasión, del Ensemble “San Juan de la Cruz”, de San Fernando, que también con diferentes cantos de carácter eucarístico ponían voz a la procesión que, portando bajo palio a Su Divina Majestad, recorría las naves del templo al término de esta Función, como ya es habitual, realizando estación en cada uno de los altares y capillas existentes en el templo. Concluía la misma con la bendición del Señor hecho presente en el Santísimo Sacramento sobre todos los presentes, y su posterior reserva en el Sagrario. A continuación, y según lo expresado en su correspondiente convocatoria, daba comienzo el Cabildo Extraordinario (con carácter urgente) para aprobar las condiciones de financiación con la cual nuestra Hermandad va a adquirir, al fin, el local destinado a Casa-Hermandad.
Los cultos en honor de Jesús del Milagro y que son fiesta grande en esta Hermandad, daban comienzo en la tarde del viernes con la Santa Misa de Réquiem en sufragio por las almas de los hermanos difuntos, seguida de una vigilia de adoración eucarística.

